El que tiene oidos, oiga: NUBES TORMENTOSAS SOBRE EL ANGUSTIOSO CIELO PLANETARIO XI

miércoles, 29 de julio de 2009

NUBES TORMENTOSAS SOBRE EL ANGUSTIOSO CIELO PLANETARIO XI

En nuestro tema anterior nos referimos a la cuenta exacta e infalible que Dios lleva de las naciones y de los individuos que las forman, y cómo cuando los hombres irresponsablemente atraviesan los límites que Dios ha establecido, esa cuenta se cierra, y cesa el ministerio de la misericordia a fin de dar lugar al de Su ira. Sí, "en los anales de la historia humana, el desarrollo de las naciones, el nacimiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas de los hombres; y en cierta medida los acontecimientos se dirían determinados por el poder, la ambición y los caprichos de ellos. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y encima, detrás y a través de todo el juego y contrajuego de los intereses, poder y pasiones humanos , contemplamos a los agentes del que es todo misericordioso, que cumplen silenciosa y pacientemente los designios y la voluntad de él" Profetas y Reyes, 366.

Si Dios lleva una cuenta infaliblemente exacta con las naciones, y si los acontecimientos responden a "los designios y la voluntad de él", pareciera seguirse de estas consideraciones que Dios tuvo alguna participación en los pavorosos eventos ocurridos hace pocas semanas en Nueva York y Washington. De hecho, reiteradamente se nos ha estado preguntando en estos últimos días, si los eventos del martes 11 de setiembre, que afectaron a las dos gigantescas torres gemelas del World Trade Center, fueron cumplimiento o no de algunas anticipaciones proféticas formuladas al respecto por Elena G. de White. Hemos leído también varios materiales publicados o circulados por Internet que intentan contestar el interrogante. Esas respuestas van desde las que afirman que se trató de un evento meramente humano y, por lo mismo, sin significación profética alguna, hasta las que los interpretan como manifestación del poder divino, es decir, como intervención directa de Dios.

Convendrá entones repasar las referidas declaraciones y tratar de comprender su mensaje. De la más larga, escrita en 1909, y registrada en 3 Joyas de los Testimonios, 280, 281, extraemos algunos pensamientos : De visita en Nueva York, Elena G. de White pudo contemplar en visión o sueño, "los edificios que, piso tras piso, se elevaban hacia el cielo." ¿Dónde? "Estando en Nueva York en cierta ocasión, se me hizo contemplar una noche los edificios . . .". ¿Qué los caracterizaba? Esos edificios "se elevaban siempre más alto y materiales costosísimos entraban en su construcción." "Esos inmuebles, que eran la gloria de sus propietarios y constructores, eran garantizados incombustibles." ¿Qué acerca de su financiamiento? ". . . sus propietarios se regocijaban con orgullo, por tener suficiente dinero para satisfacer sus ambiciones y excitar la envidia de sus vecinos. Una gran parte del dinero así empleado había sido obtenido injustamente, explotando al pobre."

¿Con qué espíritu se los construía? "Los propietarios no se preguntaban cómo podían glorificar mejor a Dios. El Señor estaba ausente de sus pensamientos." "Levantan edificios magníficos, pero el Soberano del universo sólo ve locura en sus planes e invenciones. No se esfuerzan por glorificar a Dios con todas las facultades de su corazón y de su espíritu." ¿De qué se olvidaban? "Se han olvidado de ésto [de glorificar a Dios], que es el primer deber del hombre." "Olvidaban que en el cielo toda transacción comercial es anotada, que todo acto injusto y todo negocio fraudulento son registrados."

¿Cómo consideraban sus imponentes construcciones? "Los hombres miraban a esos altos edificios, reputados incombustibles, y decían: ‘Están perfectamente seguros.’"

¿Podrían seguir siempre así, construyendo y especulando en forma obsesiva? ¿Ha establecido Dios algún límite a ese accionar ambicioso? "El tiempo vendrá cuando los hombres llegarán en el fraude y la insolencia a un punto que el Señor no les permitirá sobrepasar y entonces aprenderán que la paciencia de Jehová tiene límite." " . . . cuando llegue el día del Señor [es decir, cuando los hombres traspasen el límite de la tolerancia divina] , si no ocurre algún cambio en el corazón de ciertos hombres orgullosos y llenos de ambición, ellos comprobarán que la mano otrora poderosa para salvar, lo será igualmente para destruir. Ninguna fuerza terrenal puede sujetar la mano de Dios."

¿Que habrá de ocurrir entonces? " . . . una alarma de incendio. . . . [y] esos edificios fueron consumidos como la pez [resina]. Las bombas contra incendio no pudieron impedir su destrucción. Los bomberos no podían hacer funcionar sus máquinas" [es extremadamente difícil combatir incendios en edificios de más de 7 pisos de altura.. . . y ¡esas torres de 110 pisos tenían 419 m de altura!] "Me fue dicho . . . que no hay materiales capaces de preservar de la ruina a un edificio cuando llegue el tiempo fijado por Dios para castigar el desconocimiento de sus leyes y el egoísmo de los ambiciosos."

¿Fue lo ocurrido con esos rascacielos un acto meramente humano, de responsabilidad exclusiva de esos saboteadores? Cualquier respuesta que se dé a esta pregunta requeriría de largas explicaciones, seguramente no convincentes para todos. Recordemos solamente cómo Dios utilizó en la antigüedad a asirios y babilonios, paganos, crueles y sanguinarios, para cumplir Sus propósitos. ¿Cómo lo hizo? Retirando Su protección de Su pueblo rebelde. En otras ocasiones los instrumentos de destrucción fueron "el Angel de Jehová" (como en el castigo al rey David en ocasión de un censo) y Sus ángeles (como en la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.). "Los hombres continuarán levantando costosos edificios que valen millones; se dará especial atención a su belleza arquitectónica y a la firmeza y solidez con que son construidos. Pero el Señor me ha hecho saber que a pesar de su insólita firmeza y su costosa imponencia, esos edificios correrán la misma suerte del templo de Jerusalén. Esta magnífica construcción cayó. Dios envió a sus ángeles para hacer la obra de destrucción, de modo que no quedó piedra sobre piedra. Todo fue derribado" Manuscrito 35 (1906).

¿Se agotó el 11 de setiembre cumplimiento de la predicción? "Dios está retirando su Espíritu de las ciudades impías, que han llegado a ser semejantes a las del mundo antediluviano y a Sodoma y Gomorra. . . . Las costosas mansiones, maravillas arquitectónicas, serán destruidas sin previo aviso cuando el Señor vea que sus ocupantes han traspasado los límites del perdón. La destrucción causada por el fuego en los imponentes edificios que se suponen son a prueba de incendios, es una ilustración de cómo, en un momento, los edificios de la tierra caerán en ruinas." Cada Día con Dios, 152 (1902).

¿Qué propósito pudo haber tenido Dios al permitir esa tragedia? Los mismos que animan todas Sus intervenciones. "Las plagas de Dios ya están cayendo sobre la tierra, arrasando las estructuras más costosas como si fuera mediante un soplo de fuego desde el cielo. ¿No harán estos juicios recapacitar a los profesos cristianos? Dios los permite para que el mundo preste atención, para que los pecadores le teman y tiemblen ante él" Eventos de los Ultimos Días, 28 (1902). "Dios tiene un propósito al permitir que ocurran estas calamidades. Son uno de sus medios para llamar a los hombres y mujeres a la reflexión." Ibid.

¿Le ocurrió todo ésto a Estados Unidos por ser un país más malvado que otros? No, no necesariamente; sino que mientras muy escasa atención podría haber causado una tragedia tal en algún otro país, el llamado de atención a los Estados Unidos lo ha sido a todo el mundo. Incluso a Ud.y a mi. Es que Dios "quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad". "¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?" (1 Timoteo 2:4; Romanos 2:4).

Continuará

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