El que tiene oidos, oiga: NUBES TORMENTOSAS SOBRE EL ANGUSTIOSO CIELO PLANETARIO III

miércoles, 29 de julio de 2009

NUBES TORMENTOSAS SOBRE EL ANGUSTIOSO CIELO PLANETARIO III

Uno fue el mundo hasta el amanecer del día 11 de setiembre; y otro, muy distinto, desde el mediodía de ese martes. La verdad es que nunca podrá volver a ser lo que fue hasta ese día. Tony Blair, en su discurso del miércoles 3 de octubre ante el plenario el Partido Laborista de Inglaterra, lo expresó con notable percepción : el comienzo del Nuevo Milenio fue tan sólo un momento en el tiempo, pero lo ocurrido ese martes 11 de setiembre ha marcado el comienzo de una nueva época, totalmente distinta de todas las anteriores. En otras palabras, el mundo ha sido sorpresivamente empujado a ella sin contar con precedentes de los cuales derivar alguna orientación. Sí, es cierto; como humanidad se nos ha forzado a aventurarnos en un terreno desconocido e inhóspito, del cual no hay mapas, y con todas las brújulas irreparablemente dañadas. La única solución, según el Primer Ministro Blair, está en lograr la formación de una única comunidad mundial, una gran hermandad internacional hacia la cual deberá orientarse el gran sueño de la globalización o universalización. (Salvando algunas diferencias, se nos ocurre que Karl Marx no se habría sentido excesivamente incómodo escuchando a Blair en la entusiasta presentación de su utopía.
¡Cuánto más podría decirse y comentarse acerca de toda esta angustiante situación internacional! Sin embargo, quisiéramos incursionar en aquello que va más allá de lo inmediato, que supera lo meramente anecdótico. Dejando de lado las preferencias geopolíticas que personalmente pudiéramos tener, necesitamos ver las cosas desde una perspectiva más amplia, desde un mirador más objetivo, el único realmente válido, la perspectiva del Gran Conflicto. Todo lo demás es accesorio, signado por el sello de la intrascendencia, de lo pasajero y efímero.
Los Estados Unidos subieron al escenario histórico en 1776, como resultado de la unión de las 13 colonias británicas que formaban por aquel entonces la así llamada Nueva Inglaterra. Un siglo después de su independencia la nación aún no había alcanzado relevancia especial alguna; es más, la cruenta Guerra Civil (1861-1865) había segado en lucha fratricida 650.000 vidas jóvenes, la flor y nata del futuro del país. Si no hubiera sido por el gran influjo de inmigrantes procedente de Europa, que se registró durante las últimas décadas del siglo XIX, muy otra habría sido la trayectoria histórica de la nación, postrada como había quedado por esa guerra intestina.
Hacia fines de ese mismo siglo XIX, cuando las naciones más importantes del mundo, las así llamadas Cuatro Grandes, eran Inglaterra, Rusia, Prusia y Austria, los Estados Unidos se debatían aun en combates aparentemente interminables con los indios. Fue recién después de trascurridos algunos años, durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) cuando el país del Norte comenzó a hacer sentir su presencia, aunque modesta todavía–de hecho, cuando Adolf Hitler tomó el poder en Alemania (1933), el ejército de los Estados Unidos apenas ocupaba el lugar No. 16 entre las fuerzas armadas del mundo.
Vino entonces la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Las notables victorias que lograron las fuerzas estadounidenses en todos los frentes le aseguraron a ese país un escaño de honor entre las naciones del mundo, al punto de que no se oyeron objeciones serias a la propuesta de levantar el magnífico edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. La gloria de aquellos días llevó a los Estados Unidos a enredarse en dos conflictos bélicos que les resultaron desastrosos, a enorme distancia de sus playas y en defensa de gentes cuyos idiomas no comprendían, océano Pacífico de por medio, las guerras de Corea (1951-1953) y de Vietnam (1954-1975). Entre tanto la Unión de las Repúblicas Soviético Socialistas, es decir, Rusia, se iba perfilando como la única potencia mundial de consideración.
Pero las cosas comenzaron a experimentar un marcado cambio en la década de 1980. Los decesos de los últimos vetustos patriarcas del Comunismo, Leonid Brezhnev, Yuri Andropov y Konstantin Chernenko, en sorprendentemente rápida sucesión entre 1982 y1985, y el ascenso al poder, en el último de estos años, de un líder joven e idealista, Mikhail Gorbachev, marcaron el comienzo del precipitado eclipsamiento del Comunismo (1989). Menos de dos años más tarde, la fulminante y señalada victoria de los Estados Unidos en la así llamada Guerra del Golfo, de apenas seis semanas de duración (enero-febrero de1991), convirtieron a esta nación en la única única ¡absolutamente única! superpotencia mundial.
Es natural entonces que nos interese, y muy vivamente, el futuro de esta gran nación. ¿Por qué? Porque, en las memorables palabras de Lord Actin, el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Si algo nos enseña la Historia es que ninguna nación que alcanzó el poder pudo sustraerse del cumplimiento inexorable de esta regla. Es por eso mismo que un verdadero hijo de Dios nunca debiera colocar una confianza absoluta en algun poder o sistema humanos. ¿Por qué? Porque no hay poder humano que el gran enemigo de Dios y de la felicidad de hombres y mujeres no pueda eventualmente infiltrar y dominar. La gran pregunta ahora es ¿qué ocurrirá a la vuelta de unos pocos años más con la gran nación del Norte? ¿Podrá escapar a la inexorabilidad de esta regla? Por todas las evidencias, los Estados Unidos iban en camino de convertirse en algo así como custodios definitivos de las libertades y derechos humanos; pero los eventos del martes 11 parecieran haber marcado el comienzo de un cambio radical de dirección en el rumbo de esa nación–es que las circunstancias parecen estar empujándola hacia un cercenamiento paulatino del ejercicio precisamente de esas libertades.
¿Qué es lo que se está gestando en el gran matrax de la Historia? Mucho más allá de meras opiniones o preferencias personales ¿tiene algo para decirnos sobre este tema la Palabra de Dios? Sí, allí está, en Apocalipsis capítulo13, el tema de nuestro próximo artículo.

Continuará

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