El que tiene oidos, oiga: 12.- NUESTRA PREPARACIÓN PARA LA LLUVIA TARDÍA

viernes, 17 de julio de 2009

12.- NUESTRA PREPARACIÓN PARA LA LLUVIA TARDÍA

JOYA BÍBLICA:
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra” (Oseas 6:3).

Pregunta:
¿Bajo qué condiciones se otorga la “lluvia tardía”?

Respuesta:
“Cuando pongamos nuestro corazón en unidad con Cristo y nuestra vida en armonía con su obra, el Espíritu que descendió sobre los discípulos en el día de Pentecostés, descenderá sobre nosotros” (JT, tomo 3, pág. 250).

“El mensaje de Laodicea se aplica a los hijos de Dios que profesan creer en la verdad presente. La mayoría de ellos son tibios y sólo profesan la verdad... El término ‘tibio’ se aplica a esta clase de personas. Profesan amar la verdad, pero son deficientes en la devoción y el fervor cristiano. No se atreven a abandonar del todo la verdad y correr el riesgo de los incrédulos... No se empeñan cabal y cordialmente en la obra de Dios, identificándose con sus intereses; sino que se mantienen apartados y están listos para abandonar su puesto cuando lo exigen sus intereses personales y mundanos. Falta en su corazón la obra interna de la gracia” (Joyas de los testimonios, tomo 1, pág. 477, 478).

Sentir la necesidad del Espíritu y orar por Él: “Oremos con corazón contrito con el mayor fervor para que ahora, en el tiempo de la lluvia tardía, los aguaceros de gracia caigan sobre nosotros... Mientras oráis, creed, confiad en Dios. Es el tiempo de la lluvia tardía, cuando el Señor dará liberalmente de su Espíritu. Sed fervientes en la oración, y velad en el Espíritu” (Testimonios para los ministros, pág. 518, 521).

Experimentar primero la lluvia temprana: “Habéis de tener hoy vuestro vaso purificado, para que esté listo para el rocío celestial, listo para los aguaceros de la lluvia tardía; pues la lluvia tardía vendrá, y la bendición de Dios llenará toda alma que está purificada de toda contaminación” (Educación, pág. 393).

“Podemos estar seguros de que cuando el Espíritu Santo sea derramado, los que no reciban y aprecien la lluvia temprana no verán ni entenderán el valor de la lluvia tardía” (Testimonios para los ministros, pág. 405).

Estar dispuesto a ser usado y guiado por el Espíritu: “No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo ‘así el querer como el hacer, por su buena voluntad’ (Filipenses 2:13). Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Sólo a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu” (El Deseado de todas las gentes, pág. 626).

Eliminar las disensiones: “Mientras los discípulos esperaban el cumplimiento de la promesa, humillaron sus corazones con verdadero arrepentimiento y confesaron su incredulidad” (Hechos de los Apóstoles, pág. 29).

“Poniendo aparte toda diferencia, todo deseo de supremacía, se unieron en estrecho compañerismo cristiano...” (Hechos de los Apóstoles, pág. 30).

“Pongan a un lado los cristianos sus disensiones y entréguense a Dios para salvar a los perdidos. Pidan con fe la bendición, y la recibirán” (El Deseado de todas las gentes, pág. 767).

Vaciarse del “yo” para ser llenados por el Espíritu: “Cuando uno ha quedado completamente despojado del yo, cuando todo falso dios es excluido del alma, el vacío es llenado por el influjo del Espíritu de Cristo” (Obreros Evangélicos pág. 304).

“No hay límite a la utilidad del que, poniendo a un lado el yo, permite que el Espíritu Santo obre sobre su corazón, y vive una vida enteramente consagrada a Dios” (Servicio Cristiano, pág. 315).

Resultados de la lluvia tardía: “A medida que el mensaje del tercer ángel se convierte en el fuerte pregón, y a medida que un gran poder y gloria corona la terminación de la obra, el pueblo fiel de Dios participará de esa gloria. Es la lluvia tardía, la cual revive y fortalece a los hijos de Dios para pasar por el tiempo de angustia. Sus rostros brillarán con la gloria de la luz que hace brillar el tercer ángel” (Review and Herald, mayo 27 de 1862).

“Vendrán siervos de Dios con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, y se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje celestial. Miles de voces predicarán el mensaje por toda la tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán y signos y prodigios seguirán a los creyentes” (Conflicto de los siglos, pág. 669, 670).

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