El que tiene oidos, oiga: Uniones del mismo sexo

lunes, 26 de abril de 2010

Uniones del mismo sexo

Durante las últimas décadas la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sentido la necesidad de declarar claramente y de varias maneras su posición

con respecto al matrimonio, la familia y la sexualidad humana. Estos temas están en el corazón de muchos problemas acuciantes que enfrenta la sociedad. Aquello que por siglos ha sido considerado como la moralidad cristiana básica en el contexto del matrimonio, actualmente está siendo

cuestionado en forma creciente, y no sólo en la sociedad secular sino también dentro de las iglesias cristianas mismas.

Las instituciones de la familia y el matrimonio están bajo ataque y enfrentan fuerzas centrífugas crecientes que las están destrozando. Un número

creciente de naciones está debatiendo el tema de las “uniones del mismo sexo”, haciendo de esto un problema mundial. La discusión pública ha despertado fuertes emociones. A la luz de estos desarrollos, nuevamente la Iglesia Adventista del Séptimo Día expone con claridad su posición.

Reafirmamos, sin ninguna duda, nuestra posición de larga data. Como está expresado en las creencias fundamentales de la iglesia, “el matrimonio

fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús para que fuera una unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en amante compañerismo”1 Aunque “el pecado ha pervertido los ideales de Dios para el matrimonio y la familia”, “el lazo familiar es el más íntimo, el más tierno y

la más sagrada de todas las relaciones humanas”, por lo que “las familias necesitan experimentar una renovación y una reforma en sus relaciones”.2

Dios estableció “el matrimonio como un pacto basado en la unión física, emocional y espiritual de dos géneros, a la que la Escritura llama ‘una sola

carne’ ”. “La unión monógama de un hombre y una mujer [...] es el único ámbito moralmente apropiado para la expresión genital y las intimidades

sexuales a ella asociadas”. “Cualquier atenuación de esa elevada perspectiva supone, en idéntica media, una rebaja del ideal celestial”.3

La homosexualidad es una manifestación del desorden y la fractura en las inclinaciones y relaciones humanas producidos por la entrada del pecado

en el mundo. Mientras que todos estamos sujetos a una naturaleza humana caída, “creemos también que, por la gracia de Dios y con el ánimo de

la comunidad de fe, una persona puede vivir en armonía con los principios de la Palabra de Dios”.4

Sostenemos que todas las personas, no importa cuál sea su orientación sexual, son hijos de Dios. No aprobamos que se señale a ningún grupo para

hacerlo objeto de burlas o escarnio, y menos de abuso. Sin embargo, es muy claro que la Palabra de Dios no aprueba un estilo de vida homosexual;

ni lo ha hecho la iglesia cristiana a lo largo de sus 2.000 años de historia. Los adventistas creemos que la enseñanza bíblica continúa siendo válida

hoy, porque está anclada en la misma naturaleza de la humanidad y en el plan de Dios para el matrimonio en la creación.

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1 Creencias fundamentales de los adventistas del séptimo día, doctrina 23: “El matrimonio y la familia”.

2 Declaración “Afirmación de la familia”, dada a conocer el 5 de julio de 1990 en el Congreso de la Asociación General realizado en Indianápolis, Indiana, EE.UU. (ver p. 50 en esta obra).

3 Declaración “Afirmación del matrimonio”, votada por la Comisión Administrativa de la Asociación General el 23 de abril de 1996 (ver p. 84 en esta compilación).

4 Declaración “La homosexualidad”, votada por el Concilio Anual de la Asociación General el 3 de octubre de 1999 (ver p. 72 en este libro).


Este documento fue aprobado y votado por la Junta Directiva de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día el 9 de marzo de 2004.

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